lunes

ENTREPÁGINAS - Juan de Marsilio


La 66

(A propósito de “ontheroadagain”*, de “Macunaíma”)


I) SOBRE LOS LIBROS Y LOS VIAJES

Suele el lector y hasta el crítico apurado reducir la categoría de libros de viajes a un subgénero de la literatura de no–ficción: un ser humano viaja de un sitio que le es propio a otro que le es ajeno, relatando y describiendo los pormenores del camino y del punto de llegada, que le causa una extrañeza que, según la sensibilidad del viajero, cuaje en rechazo, en maravillado asombro o en curiosidad que trata de comprender.

Pero a veces son más interesantes son los libros de viajes ficticios, como lo prueba el que a muchos lectores de los pocos que había en la Baja Edad Media dieran más crédito a las maravillas ficticias de los “Viajes de Sir John de Mandeville” que a las verdaderas del libro de Marco Polo.

En muchas novelas el viaje es componente esencial. El “Quijote” es un viaje ficticio por una geografía real, donde el único que ve maravillas es el protagonista. Apunto con esto al hecho de que la ficción es un medio para mostrar, cuestionar o explicar lo real. En el poemario que aquí se comenta, se ficciona un viaje por la muy real Ruta 66, que une Chicago y Los Ángeles, para luego desviar a San Francisco y visitar, a manera de peregrinaje, la Librería City Lights y a Lawrence Monsanto Ferlinghetti, último sobreviviente, con noventa y ocho años, de la generación beatnik, grupo de artistas y escritores que en los ’50 arrojaran un fortísimo desafío al reverso mediocre y vil del sueño americano. Viajan estos devotos “urubeatniks”: Macunaíma, alias Atilio Duncan Pérez Da Cunha, Elder Silva, Víctor Cunha, Luis Pereira y Elbio Rodríguez Barilari, residente en la ciudad de partida.

Es un viaje espiritual, en el que el poeta, ya maduro, viaja en realidad hacia sí mismo, sus valores de origen, su alma, por así decirlo. Viaja rumbo a ese cerno de la persona que no puede ser destruido ni siquiera cuando un ACV –como los que sufriera en su vida real el poeta Elder Silva– borra o entrevera buena parte de las palabras y los recuerdos, pero vaya si puede ser traicionado, sobre todo por uno mismo. Porque este es un libro sobre la lealtad y los sueños (o la lealtad a los sueños). Pero sobre esto se volverá tras escribir un poco acerca de por qué somos tan norteamericanos.

II) NOSOTROS, YANKIS DEL SUR

Medios masivos mediante, la cultura de masas y también la cultura elitista de los países periféricos –como lo es Uruguay y ya lo era en tiempos de mayor esplendor cultural– le debe mucho a las industrias culturales de los países del centro. En el pasado siglo, el del disco, el cine, la radio y la TV, sin que por ello dejaran de publicarse buenos libros, los EEUU adquirieron, para mal y para bien, una innegable centralidad cultural. Centralidad que hay que asumir en lo valioso y rechazar en lo jodido, con el buen criterio que ya propusieran en el ’22 los “antropófagos paulistas” (proponían que los artistas e intelectuales del Brasil hicieran con los aportes culturales venidos de fuera los que los indios habían hecho con el primer obispo desembarcado en sus costas, es decir, comérselos, y que luego el organismo se encargara por vía natural de asimilar lo valioso y excretar lo inútil o perjudicial). No tenemos otra que ser cosmopolitas, dentro de ese cosmopolitismo, nos guste o no, un poco y un mucho yanquis, aunque estemos tan al sur.

Y eso es lo que hace Macunaíma en este libro, que homenajea lo mejor del blues, el jazz, el rock, el cine, la poesía y la narrativa norteamericanas que también han sido, sobre todo en sus vertientes más genuinas y críticas, como es el caso de los beatniks, un elemento clave en la educación sentimental de muchos contestatarios de por aquí al Sur, que adolescentes en los ‘ 60, peinan hoy canas o exhiben calvicies, pero sin haber perdido del todo las mejores mañas.

III) EL TEXTO

Estos son unos poemas descolocados, como ya lo adelante el brasileño Luiz Heron da Silva en uno de los dos prólogos –el otro es un poema del argentino Hernán de Merlo, y aunque no se lo acredite como prólogo también precede al poemario un texto de Víctor Cunha–. Poemas descolocados, como fuera de lugar, o al menos fuera del lugar en que la mirada rutinaria pone, para no inquietarse, las gentes y las cosas.  Descolocados, como estos urubeatniks en peregrinación que transitan el libro.

Pero ese estar como fuera de lugar, ese existir al margen, es lo que le permite a la poesía levantarse en actitud de resistencia ante una realidad prosaica y vil, para señalar lo jodido y demencial que es el corso del mundo, pero también para revelar ciertas heroicas y poéticas ternuras cotidianas (como la amistad de décadas, el compartir emocionados las mismas devociones culturales, el haber querido de muchacho ser cantor de blues, cosa tan inviable en Uruguay como querer ser astronauta).

Es este un libro nostálgico, por momentos dolido, porque mentiría quien escribiera sólo para la jarana siendo uruguayo y sexagenario: muchos queridos amigos nos contemplan amables desde el otro lado, y si bien nos piden que no los lloremos en demasía, antes muertos que olvidar que combatimos durante mucho tiempo en las mismas filas. Es un libro que asume que son muchas las bajas. Incluso que son muchas las traiciones y las renuncias, que es peor que morirse. Pero es un libro de fe y valentía. Y para prueba de ellos, y como muestra gratis del libro que aquí se invita a leer, vaya este poema a propósito de un percance de salud que el poeta Elder Silva sufriera en la realidad:


ACEVE
“y pájaros helados concurran con su fuego”
                                       Juan Gelman

¿no tuviste un ataque
sorpresivo como Pearl Harbor
que asoló tus palabras
como un tropel de espanto?
“no”
contesta Elder Silva
con un brillo de cuchillo
en la mirada
¿no cayó la desgracia
con las piernas en plancha
sobre el puntero ventilador
que fuiste alguna vez?
“no”
niega Elder Silva
antes que cante el gallo
de la madrugada
si pudiera cantar
en medio de la nada
¿no tuviste un Aceve
como una puñalada taimada
y de atrás
a nuestras esperanzas?
“no”
replica el poeta agrario
“cuando se anda tropeando
decía el coco Soria
mi padre
no hay lugar para mariconadas”.


IV) UN LIBRO DE TRIBUTOS

Va de suyo que el libro es un tributo de amistad de Pérez da Cunha a los cuatro escritores que traspone a la ficción para hacerlos sus compañeros de viaje. No necesita aclararse tampoco que el libro es un tributo a Ferlinghetti y, en él, a la generación beatnik. Hay, también, a lo largo de libro, varios tributos a los afectos personales del poeta.

Es grande y calificada la cantidad de citas y referencias a músicos, cineastas y escritores (este libro es también un buen libro por los deberes que le deja al lector: mucha cosa para leer, ver o escuchar). Pero no son sólo de norteamericanos: Macunaíma tiene siempre un ojo y un oído puestos en el Brasil.

Me interesa, sin desmedro de lo anterior, señalar dos tributos uruguayos. En primer lugar, los poemas dedicados al encuentro con Mario Levrero –por supuesto que muerto– en un bar de mala muerte a la vera de la ruta, debe prestarse atención a las cosas que Pérez da Cunha le hace decir a “su” Levrero. Pero más generoso aún es que el libro se cierre con una abundante muestra de poemas de la uruguaya Seni Labart (1957 – 1998).

V) PERSONAS/PERSONAJES

No confundir, personajes son personajes, por mucho que se basen y hasta homenajeen a personas de carne y hueso, amigas del autor y conocidas por muchos de los lectores, al menos los contemporáneos al libro. Pero saben los que hayan leído la “Divina Comedia” que una cosa el Dante que Dante construye para viajar por el trasmundo y mostrárnoslo que el ciudadano de Florencia que se casara con Gemma Donati y la dejara luego sola cuando lo desterraran por meterse en política con criterios poco prácticos.

Escribo esto porque acá en Uruguay somos pocos y nos conocemos y nos tenemos tirrias de alto calibre, inversamente proporcionales a la poquedad de nuestro ambiente cultural, y quiero advertir contra la peor manera de leer este libro: el lector no debe buscar conseguirse una buena lupa para buscar las siete diferencias entre el Macunaíma ciudadano y publicitario en la vida real y el que construye con versos para mostrárnoslo (y lo mismo con Silva, Rodríguez Barilari, Cunha, y Pereira). Los hombres y mujeres reales, de carne y hueso nos volvemos polvo indistinto con el tiempo, pero hay personajes ficticios que siguen vivos y lozanos tras siglos y hasta milenios. No hay que olvidar que quien abre este libro abre un artificio, un espectáculo, una ficción y asumirlo así es la única manera de extraerle al texto su indudable valor de verdad, aunque no fáctica.

VI) LAS ERRATAS

Son de lamentar cuatro erratas. Dos de ellas son de menor entidad (“City a Lights” en lugar de City Lights en uno de los acápites, “boocks” por “books”, en la transcripción de una misiva del poeta uruguayo Jorge Palma a Ferlinghetti comunicándole la próxima aparición del libro, amablemente respondida por el anciano beatnik).

Las otras dos merecen mayor comentario. Primero, porque si se las toma como erratas, son graves. Segundo, porque presentan cierta ambigüedad que permitiría redimirlas. Veámoslas de a una.

En “¿Dónde quedó la edad de la insurgencia?” el poeta nos cuenta que, tras décadas, “el secretario de la organización juvenil / hecha tripa para adelante / y está tan calvo / como el mundo del desencanto”. ¿No correspondería escribir que “echa”, de echar? Pero si uno piensa que la tripa o panza que exhibimos por delante la mayoría de los hombres maduros tras superar la delgadez juvenil es de propia hechura e ingesta, y no sólo un estrago del tiempo que pasa, ya no queda tan claro que esté mal afirmar que la panza o tripa del ex dirigente juvenil haya sido hecha.

En “De un peleador a otro”, donde el box se vuelve metáfora de la vida y sus luchas, el hablante lírico afirma “nunca he dado la talla / ni el peso exacto / pero siempre entré al ringside /dispuesto a dar pelea”. El error podría estar en que la pelea se da en el ring, mientras que el ringside son las cercanías del cuadrilátero, donde están los jueces –esos que te pueden robar una pelea cuando debe dirimirse por puntos– y los espectadores cuyas caras, a veces de odio o de desprecio o de lástima puede llegar a distinguir el peleador, y a sentirlas como golpes sin guante. ¿Erratas o aciertos? Y si aciertos… ¿casuales o buscados? Vaya a saber, pero lo escrito, escrito está.

VII) EL OBJETO

La foto de tapa, el diseño de cubierta y las viñetas de Fidel Sclavo el diseño general a cargo de Silvia Shablico hacen de este libro un bello objeto en lo material y sensorial, no sólo una vivencia intelectual y afectiva.

Buen viaje a los lectores.



* ONTHEROADAGAIN, de Atilio Duncan Pérez Da Cunha “Macunaíma”. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 2017. 120 págs.

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